Centro de Psicología y Terapias Alternativas de Tomares y Sevilla.

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domingo, 24 de febrero de 2013

TAO TE KING, LAO TSE



Cuando todo el mundo reconoce lo bello como bello, esto en sí mismo es fealdad.

Cuando todo el mundo reconoce lo bueno como bueno, esto en sí mismo es malo.

Ciertamente, lo oculto y lo manifiesto se generan el uno al otro.

Dificultad y facilidad se complementan entre sí.

Lo largo y lo corto ponen de manifiesto a su contrario.

Alto y bajo establecen la medida mutua.

La voz y el sonido entre sí se armonizan.

El atrás y el delante se suceden mutuamente.

Por ello, el Sabio maneja sus asuntos sin actuar, y difunde sus enseñanzas sin hablar.

No niega nada a las innumerables cosas.

Las construye sin atribuirse nada.

Hace su trabajo sin acumular nada por él.

Cumple su tarea sin vanagloriarse de ella, y, precisamente por no vanagloriarse,

nadie se la puede quitar.



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No ensalzando a las personas de talento, harás que la gente abandone la rivalidad y la discordia.

No valorando bienes difíciles de conseguir, harás que la gente deje de robar y atracar.

No exhibiendo lo que todos codician, harás que los corazones de la gente permanezcan serenos.

Por eso, la manera de gobernar del Sabio empieza por: vaciar el corazón de deseos,

llenar los estómagos de alimento, debilitar las ambiciones y fortalecer los huesos.

De este modo, hará que la gente permanezca sin conocimientos ni deseos, y cuida de

que los que saben no actúen.

Practica el No-Hacer, y todo será armonioso.

viernes, 22 de febrero de 2013

Revolucionarios de la conciencia


Jesús de Nazaret


http://revolucionariosdelaconciencia.blogspot.com.es/


El sermón de la montaña
[Texto completo: Tomado de la Biblia]



Las bienaventuranzas


1 Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.


2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:


3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.


4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.


5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.


6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.


7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.


8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.


9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.


10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.


11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.


La sal de la tierra


13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.


La luz del mundo


14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.


Jesús y la ley


17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. 19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. 20 Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.


Jesús y la ira


21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. 23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. 25 Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. 26 De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.


Jesús y el adulterio


27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. 29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. 30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.


Jesús y el divorcio


31 También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. 32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.


Jesús y los juramentos


33 Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. 34 Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. 36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. 37 Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.


El amor hacia los enemigos


38 Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. 39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; 40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; 41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. 42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.


43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.


Jesús y la limosna


1 Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.


2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 3 Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.


Jesús y la oración


5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.


7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. 8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. 9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. 13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. 14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.


Jesús y el ayuno


16 Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 17 Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18 para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.


Tesoros en el cielo


19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.


La lámpara del cuerpo


22 La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; 23 pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?


Dios y las riquezas


24 Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.


El afán y la ansiedad


25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? 28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; 29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. 30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? 31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.


34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.


El juzgar a los demás


1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. 3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.


6 No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.


La oración, y la regla de oro


7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 9 ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? 12 Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.


La puerta estrecha


13 Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; 14 porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.


Por sus frutos los conoceréis


15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20 Así que, por sus frutos los conoceréis.


Nunca os conocí


21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.


Los dos cimientos


24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.


28 Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; 29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

sábado, 16 de febrero de 2013

Buscando la llave, Nasrudin



Muy tarde por la noche Nasrudin se encuentra dando vueltas alrededor de una farola, mirando hacia abajo. Pasa por allí un vecino.

- ¿Qué estás haciendo Nasrudín, has perdido alguna cosa?- le pregunta.
- Sí, estoy buscando mi llave.

El vecino se queda con él para ayudarle a buscar. Después de un rato, pasa una vecina.
-¿Qué estáis haciendo? - les pregunta.
- Estamos buscando la llave de Nasrudín.
Ella también quiere ayudarlos y se pone a buscar.

Luego, otro vecino se une a ellos. Juntos buscan y buscan y buscan. Habiendo buscado durante un largo rato acaban por cansarse. Un vecino pregunta:

- Nasrudín, hemos buscado tu llave durante mucho tiempo, ¿estás seguro de haberla perdido en este lugar?
- No, dice Nasrudín
- ¿dónde la perdiste, pues?
- Allí, en mi casa.
- Entonces, ¿por qué la estamos buscando aquí?
- Pues porque aquí hay más luz y mi casa está muy oscura.

Perlas Rosadas obra de Mawlana Sheikh Nazim

Uno puede encontrar muchos caracoles de mar tirados en la playa,
podéis caminar sobre ellos sin daros cuenta, o, si lo deseáis, podéis llevaros algunos a casa.
¿Pero...y sobre las perlas? ¿Quién puede encontrar perlas tiradas en la playa?
Una vez que vosotros sepáis que las perlas pueden ser encontradas, ¿os contentaréis solo con caracoles? ¿Entonces para qué pedir caminos fáciles?......

Entre las perlas existe una variedad extremadamente valiosa de color rosa. Estas perlas rosadas son las más bellas, pero tan raras que son solamente encontradas en los palacios de los emperadores.

¿Quién puede encontrar estas perlas y subirlas a la superficie?
Muy pocos buceadores de perlas alguna vez encontraron una;
mucho menos colectores de caracoles marinos.

Pero el buceador que busca perlas rosadas, no se desanima por los peligros del buceo,
ni por la improbabilidad de encontrar alguna vez la ambicionada perla;
ya que él sabe que aunque encuentre una sola, habrá encontrado un tesoro invaluable.
No importa si vosotros entregáis vuestra vida en búsqueda de la verdad.
Al entregaros, obtendréis los frutos de la vida eterna.

 

viernes, 15 de febrero de 2013

DISCURSOS DE JALAL AD-DIN RUMI


"El Maestro dijo: hay una cosa en este mundo que nunca debe ser olvidada. Si uno olvidara todo lo demás, pero no se olvidara de esta, no habría de qué preocuparse; en cambio si uno recordara e hiciera todo sin olvidar nada excepto ésta, no habría hecho nada en absoluto.
Es igual que si un rey te hubiera enviado a un país a cumplir una misión determinada. Vas y realizas cientos de otras tareas; pero si no realizas aquella tarea específica que te encargó, es como si no hubieras hecho nada en absoluto. De un modo similar el ser humano ha venido a este mundo para realizar una tarea
específica, y ese es su propósito; si no la realiza, no habrá hecho nada en absoluto."

DISCURSOS DE JALAL AD-DIN RUMI (Traducidos al inglés por A. J. Arberry y al castellano por M. Bonaudo)

miércoles, 13 de febrero de 2013

Platón



Platón asimiló el pensamiento de las corrientes filosóficas orientales y del saber de la Grecia arcaica a través de la mitología y de las creencias.
A través de diálogos y alegorías, como era común en esa época, trataba de formularse las preguntas esenciales del hombre, como el enigma de Dios, el misterio de la muerte, el origen del hombre, la sociedad, los valores, la realidad y el cosmos.
Para Platón, al igual que para Sócrates, el fundamento del hombre es la moral y lo único real son las ideas, identificando la idea del bien con la más excelsa expresión del Ser.
Lo único real es el mundo inteligible porque el mundo sensible sólo es una ilusión de los sentidos.
Para lograr una mayor comprensión de su pensamiento, ilustró su teoría del conocimiento con la conocida alegoría de la caverna, en su libro La República.
Platón consideraba que el progreso del conocimiento no era tanto un proceso de continua evolución sino como una transformación de un estado de conocimiento menos adecuado a otro más elevado.
Para clarificar este concepto imagina una caverna subterránea con una abertura por donde penetra la luz del Sol. Allí viven desde sus nacimientos personas encadenadas mirando hacia el fondo de la caverna sin ver la luz.
Atrás de ellos, más arriba, entre la abertura de la caverna y esos sujetos hay una hoguera y entre ellos y el fuego corre un camino más elevado con un muro bajo que hace de pantalla.
Por este camino pasan unos hombres llevando estatuas, símbolos de animales y otros objetos varios que se llegan a ver por encima del borde del muro o pantalla.
Los encadenados no pueden verse entre ellos ni tampoco los objetos que llevan esos hombres por el camino; sólo pueden ver la pared y la sombra reflejadas en la pared, de ellos y de los objetos que transportan. Ven sólo sombras.
Esta alegoría representa la mayoría de la humanidad que permanece durante toda su vida viendo sólo sombras de la realidad, imágenes, representaciones y oyendo sólo el eco de la verdad.
La opinión que tiene toda esta gran cantidad de gente sobre el mundo está lejos de ser adecuada porque está deformada por las pasiones y los prejuicios propios y de los demás, transmitidos por el lenguaje y la retórica.
Son como niños que se aferran a sus deformadas opiniones con la fuerza de los adultos sin ningún deseo de liberarse de su prisión.
Aún más, si de pronto fueran liberados, quedarían cegados por la luz y creerían que las sombras eran más reales que la luz.
Sin embargo, si alguno llegara a escapar y se fuera acostumbrando poco a poco a la luz, sería capaz de mirar los objetos reales, de los que antes sólo había visto sus sombras.
Este hombre podría entonces ver a sus compañeros tal como son, seres encarcelados por las pasiones y los sofismas.
Y si perseverara y saliera de la caverna a la luz del Sol sería capaz de ver el mundo de los objetos verdaderos de las realidades inteligibles.
Y finalmente, con un esfuerzo más podría llegar a capacitarse para ver el Sol mismo, que es la representación de la idea del Bien, la Causa universal de todas las cosas, la fuente de la verdad y la razón.
Refiere Platón que si esta persona resolviera volver a la caverna sería incapaz de ver nada; y si se le ocurriera liberar a algún otro para guiarlo hasta la luz, los prisioneros que se encuentran dentro que están acostumbrados a la oscuridad y la aman porque creen que es lo verdadero, lo matarían.
En esta última reflexión, Platón se refiere sin dudas a Sócrates, que trató de iluminar con la verdad tratando de hacer comprender la verdadera realidad y la razón, y llegó a morir por eso.
Esta alegoría señala que elevarse a un nivel más alto requiere esfuerzo y disciplina, por eso le da tanta importancia a la educación, para conducir a los jóvenes al conocimiento de la verdad y los valores eternos y absolutos y para salvar a la humanidad de pasar la vida en un sombrío mundo de errores, mentiras, prejuicios, ciegos de los verdaderos valores.

Fuente: http://aldebaranlaestrelladelbuscador.blogspot.com.es/p/quieres-hacer-una-consulta.html

Cuento del maestro zen Ito Tenzam Chuya

Un cuento del maestro zen Ito Tenzam Chuya, sobre el maravilloso arte de una gata, relata una historia con profunda sabiduría.
En el siglo XVII, la casa de un maestro de esgrima denominado Shoken, había sido invadida por una gran rata, la cual, libremente, correteaba por toda la casa, sin que hubiesen gatos, de la casa y del vecindario, que pudiesen con ella.
Aún el mismo maestro Shoken, un día, empuñando su espada, la persiguió por todas partes sin lograr, siquiera, tocarla; al contrario, la rata, acorralada, en un dado momento, le saltó en la cara, mordiéndole.
Antes esta situación, el maestro envió en busca de una gata que gozaba de fama de ser la mejor cazadora del mundo. Cuando la trajeron, la gata no parecía tener nada de especial ni reflejaba dotes que prometieran mucho; empero, el maestro pensó que no perdía nada con probar.
Le entreabrió la puerta y la colocó en el salón dentro del cual se encontraba la enorme rata.
Con calma imperturbablem, la gata se sentó como si no esperara nada de importancia, contemplando impasible a la rata. Ésta se sorprendió de no ser atacada con la furia de los gatos anteriores y observó algo, en ella, que le causó cierta intranquilidad. La gata se encontraba inmóvil, tranquila, dominando con la mirada la situación. La rata, ya no tan segura de sí misma, quedó inmóvil.
En eso, la gata, con pleno dominio de sí, silenciosamente, se levantó, llegó hasta la rata, y con un suave movimiento la agarró con los dientes, por el cuello, y la envió a mejor vida. Todo fue rápido y sin hacer ruido, reflejando la maestría del arte. Ante esta hazaña, tanto el maestro Shoken como todos los gatos, querían saber que arte maravilloso había utilizado para vencer a la enorme rata, tan fácilmente y sin aparatosidad. Esa misma noche realizaron una reunión, cuyo puesto de honor le fue otorgado a la sabia gata zen.
Los jóvenes gatos destacaban que todos ellos gozaban enorme fama de cazadores y estaban dotados de destrezas, habilidades y técnicas, las cuales, empero, en esta oportunidad no le habían servido de nada.
Le inquirían: -"¿Con qué arte le habéis vencido tan fácilmente?", exhortándole a contarle su secreto. Ella, serena y sonriente, les dijo: -"Ustedes, gatas y gatos jóvenes, tenéis destrezas, sin embargo, precisáis adquirir el conocimiento del verdadero camino, de manera que podáis triunfar cuando os enfrentéis a nuevas e inesperadas situaciones, en el diario vivir".
-"Pero, primero, contadme como os habéis adiestrado", -preguntó la sabia gata zen. Cada una de las gatas fue tomando la palabra para exponer su experiencia. Una gata negra, dijo: -"Provengo de una casa que es famosa por la cacería de ratas, por lo que yo también decidí seguir este camino. Puedo saltar obstáculos de dos metros de altura, puedo pasar por un agujero mínimo por el que no pasaría ninguna rata. Desde niña he practicado todas las artes acrobáticas. Aún al despertarme, cuando todavía medio dormida, veo atravesar una rata por el balcón, me levanto, y ya la tengo. Pero, la rata de hoy era más fuerte y ha ganado la contienda, causándome vergüenza el hecho".
Entonces, la maestra zen, explicó: -"En lo que tú te has entrenado no es más que la técnica, es decir, el arte puramente físico. Pero, tu Espíritu inquiere como ganar, y por eso sigues apegada a la meta. Cuando los antiguos enseñaban "Técnica", lo hacían para mostrar un modo del camino. Su técnica era sencilla, pero llena de profunda sabiduría. La posteridad se centró únicamente en la técnica, que si bien ha dado ciertos resultados, pero, -¿qué se saca con eso? Sólo una destreza, pero, al costo de separarse del camino llegando hasta agotar los recursos del razonamiento lógico inductivo y deductivo. Es cierto que la lógica inductiva y deductiva es un recurso del Espíritu, pero es preciso seguir el recto camino que conduce a la meditación y práctica del "sentido correcto" que despierta la conciencia intuitiva, percibiendo la visión certera de qué, del cómo, del cuándo, del dónde, del quién, del cuánto y del por qué"-.
Al final, la gata zen, sorprendió a todos con lo que siguió diciendo: -"Esto que les he dicho, no deben pensar que es la última palabra; en absoluto. Hace poco tiempo, en un aldea cercana a la mía, vivía un gato, quien dormía todo el día y no reflejaba ser poseedor de alguna fuerza espiritual en especial. Solía descansar en profunda relajación como si fuese un pesado trozo de madera. Nadie le había observado cazando una rata. Sin embargo, cosa curiosa, donde él se encontraba, jamás habían ratas. Y, en cualquier lugar donde él anduviese o se echase, no se acercaba, nunca, ninguna rata. En cierta oportunidad le pedí que me ensañara su arte extraordinario; pero él no me explicó nada y no me daba la respuesta que yo anhelaba oír. Le pregunté tres veces seguidas, pero él continuaba callando. Me percaté de que, en realidad, no era que él no quisiera contestarme, simplemente, él no sabía que contestarme. Él dominaba el arte por intuición y por inspira ción en conexión con la fuente y no por el cultivo objetivo; sabía sin saber cómo sabía; habiendo alcanzado la conciencia intuitiva, se había vuelto "nada", alcanzando el más alto grado de la no intencionalidad, hallando el divino camino del guerrero: vencer sin hacer daño".

LA HISTORIA DE DEMÓSTENES


El joven Demóstenes soñaba con ser un gran orador, sin embargo este propósito parecía una locura desde todo punto de vista.

Su trabajo era humilde, y de extenuantes horas a la intemperie.

No tenía el dinero para pagar a sus maestros, ni ningún tipo de conocimientos.

Además tenía otra gran limitación: Era tartamudo.

Demóstenes sabía que la persistencia y la tenacidad hacen milagros y, cultivando estas virtudes, pudo asistir a los discursos de los oradores y filósofos más prominentes de la época. Hasta tuvo la oportunidad de ver al mismísimo
Platón exponer sus teorías.

Ansioso por empezar, no perdió tiempo en preparar su primer discurso.

Su entusiasmo duro poco: La presentación fue un desastre.

Fue un gran fracaso. A la tercera frase fue interrumpido por los gritos de protesta de la audiencia:
- ¿Para qué nos repite diez veces la misma frase?
-dijo un hombre seguido de las carcajadas del público.

- ¡Hable más alto! -exclamó otro-. No se escucha, ¡ponga el aire en sus pulmones y no en su cerebro!

Las burlas acentuaron el nerviosismo y el tartamudeo de Demóstenes, quien se retiró entre los abucheos sin siquiera terminar su discurso.

Cualquier otra persona hubiera olvidado sus sueños para siempre. Fueron muchos los que le aconsejaron –y muchos otros los que lo humillaron- para que desistiera de tan absurdo propósito.

En vez de sentirse desanimado, Demóstenes tomaba esas afirmaciones como un desafió, como un juego que él quería ganar.

Usaba la frustración para agrandarse, para llenarse de fuerza, para mirar más lejos. Sabía que los premios de la vida eran para quienes tenían la paciencia y persistencia de saber crecer.

- Tengo que trabajar en mi estilo.- se decía a sí mismo.

Así fue que se embarcó en la aventura de hacer todo lo necesario para superar las adversas circunstancias que lo rodeaban.

Se afeitó la cabeza, para así resistir la tentación de salir a las calles. De este modo, día a día, se aislaba hasta el amanecer practicando.

En los atardeceres corría por las playas, gritándole al sol con todas sus fuerzas, para así ejercitar sus pulmones.

Más entrada la noche, se llenaba la boca con piedras y se ponía un cuchillo afilado entre los dientes para forzarse a hablar sin tartamudear.

Al regresar a la casa se paraba durante horas frente a un espejo para mejorar su postura y sus gestos.

Así pasaron meses y años, antes de que de que reapareciera de nuevo ante la asamblea defendiendo con éxito a un fabricante de lámparas, a quien sus ingratos hijos le querían arrebatar su patrimonio.

En esta ocasión la seguridad, la elocuencia y la sabiduría de Demóstenes fue ovacionada por el público hasta el cansancio.

Demóstenes fue posteriormente elegido como embajador de la ciudad.

Su persistencia convirtió las piedras del camino en las rocas sobre las cuales levantó sus sueños.

martes, 12 de febrero de 2013

Sobre la Observación y el Estudio de Sí. G. I. Gurdjieff

Para empezar la observación de sí y el estudio de sí es necesario dividirse a sí mismo. Por cierto un hombre debe comprender ante todo que se compone de dos hombres."

Mientras un hombre se siga tomando a sí mismo como una sola persona nunca se moverá de donde está. El trabajo sobre sí se inicia en cuanto empiece a sentir dos hombres en sí mismo. Uno es pasivo y lo único que puede hacer es registrar u observar lo que le está sucediendo. El otro, aquel que se llama a sí mismo "Yo", es activo, habla de sí mismo en primera persona, y en realidad es tan sólo una persona inventada, irreal. Llamemos a esa persona el hombre A.

Cuando un hombre comprende su impotencia frente a A, su actitud hacia sí mismo y hacia A deja de ser indiferente o despreocupada. La Observación de Sí se convierte en observación de A. Un hombre comprende que no es A, que A no es nada sino la máscara que lleva, la parte que desempeña inconscientemente y que por desdicha no puede dejar de desempeñar, una parte que lo gobierna y le hace hacer y decir cosas estúpidas, miles de cosas que nunca haría ni diría. Si es sincero consigo mismo, siente que está en el poder de A y al mismo tiempo siente que no es A. Empieza a temer a A, empieza a sentir que es su enemigo. No importa qué le gustaría hacer, todo es cambiado e interceptado por A. A es su enemigo. Los deseos, las simpa­tías, los pensamientos, las opiniones de A, o se oponen a sus propias vistas, sentimientos y estados de ánimo, o no tienen nada de común con ellos. Y al mismo tiempo es su amo. Él es el esclavo, carece de voluntad propia.

Carece de medios para expresar sus deseos porque todo lo que le gustaría hacer o decir sería hecho para él por A. En este nivel de la observación de sí un hombre debe comprender que todo su propósito es liberarse de A. Y ya que de hecho no puede liberarse de A porque es él mismo, por lo tanto debe dominar a A y hacerle hacer, no lo que el A de un momento dado quiere hacer, sino lo que él mismo quiere hacer. Siendo el amo, A debe pasar a ser el sirviente.

La primera etapa del trabajo sobre sí consiste en separarse mentalmente de A. Es preciso recordar que toda la atención debe concentrarse en A, porque el hombre es incapaz de explicar qué es él mismo en realidad. Pero puede explicar a A ante él mismo, y con esto ha de empezar, recordando al mismo tiempo que él no es A.


G. I. Gurdjieff

ALEGORÍA HINDÚ DEL CARRUAJE Y EL COCHERO

ALEGORÍA HINDÚ DEL CARRUAJE Y EL COCHERO


Un día de octubre, una voz familiar en el teléfono me dice:
—Salí a la calle que hay un regalo para vos.
Entusiasmado, salgo a la vereda y me encuentro con el regalo. Es un precioso carruaje estacionado justo justo frente a la puerta de mi casa. Es de madera de nogal lustrada, tiene herrajes de bronce y lámparas de cerámica blanca, todo muy fino, muy elegante, muy “chic”. Abro la portezuela de la cabina y subo. Un gran asiento semicircular forrado en pana bordó y unos visillos de encaje blanco le dan un toque de realeza al cubículo. Me siento y me doy cuenta que todo está diseñado exclusivamente para mí, está calculado el largo de las piernas, el ancho del asiento, la altura del techo... todo es muy cómodo, y no hay lugar para nadie más.
Entonces miro por la ventana y veo “el paisaje”: de un lado el frente de mi casa, del otro el frente de la casa de mi vecino... y digo: “¡Qué bárbaro este regalo! Qué bien, qué lindo...” Y me quedo un rato disfrutando de esa sensación.
Al rato empiezo a aburrirme; lo que se ve por la ventana es siempre lo mismo.
Me pregunto: “¿Cuánto tiempo uno puede ver las mismas cosas?” Y empiezo a convencerme de que el regalo que me hicieron no sirve para nada.
De eso me ando quejando en voz alta cuando pasa mi vecino que me dice, como adivinándome:
—¿No te das cuenta que a este carruaje le falta algo?
Yo pongo cara de qué-le-falta mientras miro las alfombras y los tapizados.
—Le faltan los caballos —me dice antes que llegue a preguntarle.
Por eso veo siempre lo mismo —pienso—, por eso me parece aburrido...
—Cierto —digo yo.
Entonces voy hasta el corralón de la estación y le ato dos caballos al carruaje. Me subo otra vez y desde adentro grito:
—¡¡Eaaaaa!!
El paisaje se vuelve maravilloso, extraordinario, cambia permanentemente y eso me sorprende.
Sin embargo, al poco tiempo empiezo a sentir cierta vibración en el carruaje y a ver el comienzo de una rajadura en uno de los laterales.
Son los caballos que me conducen por caminos terribles; agarran todos los pozos, se suben a las veredas, me llevan por barrios peligrosos.
Me doy cuenta que yo no tengo ningún control de nada; los caballos me arrastran a donde ellos quieren.
Al principio, ese derrotero era muy lindo, pero al final siento que es muy peligroso.
Comienzo a asustarme y a darme cuenta que esto tampoco sirve.
En ese momento, veo a mi vecino que pasa por ahí cerca, en su auto. Lo insulto:
—¡Qué me hizo!
Me grita:
—¡Te falta el cochero!
—¡Ah! —digo yo.
Con gran dificultad y con su ayuda, sofreno los caballos y decido contratar a un cochero. A los pocos días asume funciones. Es un hombre formal y circunspecto con cara de poco humor y mucho conocimiento.
Me parece que ahora sí estoy preparado para disfrutar verdaderamente del regalo que me hicieron.
Me subo, me acomodo, asomo la cabeza y le indico al cochero adónde quiero ir.
Él conduce, él controla la situación, él decide la velocidad adecuada y elige la mejor ruta.
Yo... Yo disfruto del viaje.

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Conocimiento de uno mismo

En el conocimiento de uno mismo es necesario la presencia de espejos, solo a través de ellos podemos observar nuestra propia realidad, el grupo nos permite mejorar nuestro conocimiento y visión esencial. El grupo nos aporta el laboratorio de experiencias y emociones que necesitamos para conectarnos con nuestras propias vivencias. El grupo supone una nueva identidad más fuerte que nos permite enfrentar las dificultades que conlleva el trabajo. Siempre he estado buscando, estudié psicológia y trabajo en la búsqueda de mi verdadera identidad y del verdadero sentido de mi vida, utilizo todos los recursos y todas las escuelas, sigo Tradiciones y tengo un Maestro Espiritual, trabajar en un grupo es beneficioso para mi busqueda y puede ayudar a otros en la suya, siempre sabiendo que el beneficio que cada uno obtengamos en el grupo será fruto solo del trabajo personal realizados, de los pasos dados, y en el interior de uno mismo siempre camina descalzo y en soledad.

TRABAJO ESENCIAL

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