Centro de Psicología y Terapias Alternativas de Tomares y Sevilla.

Centro de Psicología y Terapias Alternativas de Tomares y Sevilla.
Centro de Psicología y Terapias Alternativas de Tomares y Sevilla. PSICOLOGÍA CLÍNICA INFANTIL Y DE ADULTOS. TALLER DE CONOCIMIENTO Y TRABAJO PERSONAL. CURSOS DE FORMACIÓN A PADRES Y MADRES. TALLERES PARA ADOLESCENTES Y NIÑOS en Colegios y AMPAs. CONTACTO: centrodepsicologiayterapias@gmail.com o 655090215

lunes, 29 de julio de 2013

Los 4 Acuerdos de la Sabiduría Tolteca

por Miguel Ruiz
 
1. NO SUPONGAS
No des nada por supuesto, si tienes duda, aclárala; si tienes sospecha, pregunta. Suponer te hace inventar historias increíbles que solo envenenan tu alma y que no tienen fundamento.
2. HONRA TUS PALABRAS
Lo que sale de tu boca es lo que eres tú. Si no honras tus palabras no te estás honrando a ti mismo, y si no te honras a tu mismo no te amas. Honrar tus palabras es ser coherente con lo que piensas y con lo que haces. Eres auténtico, y eso te hace respetable ante los demás y ante ti mismo.
3. HAZ SIEMPRE LO MEJOR
Si siempre haces lo mejor que puedas nunca tendrás que recriminarte ni arrepentirte de nada.
4. NO TE TOMES NADA PERSONAL
Ni la peor ofensa, ni el peor desaire, ni la más grave herida; en la medida en que alguien te quiere lastimar, en esa medida ese alguien se lastima a sí mismo. Pero el problema es de él, y no tuyo.


Más de Miguel Ruiz en www.MiguelRuiz.com.

jueves, 25 de julio de 2013

IR AL CORAZÓN. TENED CUIDADO PARA NO CONSIDERAR QUE EL EGO ES EL CORAZÓN. Omraam Aïvanhov.

IR AL CORAZÓN. TENED CUIDADO PARA NO CONSIDERAR QUE EL EGO ES EL CORAZÓN.

Omraam Aïvanhov.

Con Audio ¡Compartir!!!


IR AL CORAZÓN. TENED CUIDADO PARA NO CONSIDERAR QUE EL EGO ES EL CORAZÓN. Omraam Aïvanhov. Con Audio ¡Compartir!!!

Texto y foto facilitados por Bastien Baty

Traducción: Ana María Beltrán

Audio


IR AL CORAZÓN

Y cuando tocáis estos estados de Consciencia profundamente diferentes, sois capaces, ciertamente, de diferenciar entre consciencia del ego y Consciencia del Corazón, porque hay un mundo, yo diría, entre la consciencia egótica y la Consciencia del Corazón, tal y como es vivida en la Vibración.

Así que TENED CUIDADO PARA NO CONSIDERAR QUE EL EGO ES EL CORAZÓN.

Comprender el Corazón y vivir el Corazón, no es la misma cosa, porque muchos seres en esta humanidad, van a decir que están en el Corazón.

Es lo que yo llamaría una “pseudo-espiritualidad psico-espiritual”, donde el ego va a eludir el conocimiento de una serie de cosas, por la entrada de algún arcano o algunos misterios, que harán que se auto-proclame Maestro.

Pero ciertamente no es dueño de sí mismo.

Menos aún, dueño de su Corazón.

Esta es la gran falsificación de todo lo que pueda existir sobre esta Tierra, donde os prometerán esto o aquello, donde el ego va a apropiarse de una forma de conocimiento, cualquiera que sea, y teniendo ese conocimiento, el ego va a acreditarse haber llegado, cuando no ha subido; ha descendido.

Recordad que el corazón es simple.

Él es fuerza, determinación y simplicidad.

Y él es antes que nada, Vibración.

Mientras que no hay Vibración, no hay Corazón.

Hay ilusión de Corazón.

Hoy, vosotros debéis tomar conciencia de eso, porque incluso cuando leéis algunas enseñanzas, si lo leéis al pie de la letra, eso puede ser muy hermoso.

Puede hablaros de Amor.

Puede hablaros de compasión.

Puede atraeros, seduciros por las palabras.

Pero las palabras, se traducen en tu Verdad de vida, ¿o no?

¿Estás realmente en el Corazón o no?

¿Por la vibración, la humildad, la sencillez, y la fuerza interior?

No hablo de fuerza física.

Por lo tanto, es muy importante asimilar, y más allá de asimilar, lo es la Vivencia.

Mientras que no viváis esos estados, eso puede parecer o lejano, o ilusorio.

Y mientras que no hayáis penetrado en la Verdad de las Verdades, vuestro ego hará que eso parezca una ilusión.

Y es lógico.

Y cuanto más os acerquéis a la Verdad Vibral del Corazón, más el ego va a querer provocaros para que neguéis la Vibración, hará todo lo posible para manteneros lejos de la Vibración.

Hasta que el ego sea sacrificado por el pasaje de la “Puerta Estrecha”.

Esto no quiere decir que el ego desaparezca.

Esto significa que el ego es trascendido por el abandono a la Luz.

Y en ese momento, el propio ego es dominado por el Espíritu.

No es lo mismo.

Por tanto, todos estos mecanismos están siendo vividos, por muchos de vosotros, aquí, como en todo el planeta, y es preciso, verdaderamente, ir a la evidencia, a la simplicidad, porque cuando estás en la Vibración, todo se vuelve simple en tu vida.

Si tu vida se vuelve complicada, si hay estados emocionales exacerbados, si hay crisis, rabia, sin parar, si hay emociones que surgen sin parar, no podéis pretender que vivís en el Corazón.

Es imposible.

Es el corazón de la cabeza.

Es el ego el que os dice: “Estoy en el corazón”.

No porque vosotros sintáis cosas a nivel periférico por las percepciones Vibratorias, no porque tengáis estados de exaltación, podéis ya creer que vivís algo del orden del éxtasis.

El éxtasis, cuando se vive verdaderamente, se Vive Verdaderamente.

Y sabes lo que es eso.

No hay ninguna duda posible.

Y cuando vivís en la Consciencia del Corazón, en el Fuego del Corazón, ya sabéis lo que es eso.

Pero ya sabéis y diferenciáis con vuestro ego, yo diría, básico.

Porque hay un mundo, una vez más, que separa la Consciencia del Corazón, de la consciencia egótica.

Cuando comienzas a penetrar en la Vibración y en la Consciencia del Corazón, sabes qué es la Verdad.

Pero cuando no lo vives, eso aparece como algo que el ego puede apropiarse a través de la idea del Corazón. Pero la idea del corazón no es la Vibración del Corazón.

Y cada vez más, seréis confrontados a eso.

Confrontados interiormente, entiéndase.

No puedes estar en el Corazón y tener cosas van muy mal en tu vida, porque el Corazón lo transforma todo.

¿Si el corazón no se estuviese transformando, a nivel de tu vida... de qué serviría?

Esta es mi palabra final.

Entonces, queridos amigos, os transmito todo mi Amor, todas mis Bendiciones y no os olvidéis que vivís una época mágica.

Omraam Aïvanhov

Texto y foto facilitados por Bastien Baty

Traducción: Ana María Beltrán

miércoles, 17 de julio de 2013

Los Amortiguadores Libro Cuarto Camino Ouspensky.

Los Amortiguadores Libro Cuarto Camino Ouspensky.


La conciencia puede ser muy fuerte y definida. Pero en la mayoria de los casos, esta dormida porque , como la mayoria de la gente está dormida en ella todo esta dormido. De modo que la conciencia debe ser despertada. Debemos aprender a entender la verdad emocionalmente en ciertos casos, y podemos hacer esto solo no teniendo miedo a enfrentar en nosotros mismos las contradicciones. Tenemos en nosotros aparatos especiales que nos impiden ver estas contradicciones. Estos aparatos se llaman amortiguadores.


Los amortiguadores son dispositivos especiales, o un crecimiento especial si lo deseas, que nos impide ver la verdad sobre nosotros y sobre las cosas. Los amortiguadores nos dividen en una suerte de compartimientos a prueba de pensamientos. Podemos tener muchos deseos, intenciones y objetivos contradictorios, y no vemos que son contradictorios porque los amortiguadores están entre ellos y nos impiden mirar de un comportamientoal otro. Cuando ud. esta en un comportamiento. piensa que este es todo, luego pasa al otro comportamiento y piensa que este es todo. Estos aparatos se llaman amortiguadores porque, como un vagón ferroviario, disminuyen los choques.


Pero en relacion con la máquina humana son más todavia: hacen imposible ver, de modo que tambien son anteojeras. Las personas con amortiguadores realmente fuertes nunca ven; pero si vieran cuan contradictorias son, serían incapaces de moverse, porque no confiarian en si mismas. He aqui porque los amortiguadores son necesarios en la vida mecánica. Tales casos extremos significan desarrollo equivocado, pero incluso en las personas corrientes, en una u otra linea hay siempre amortiguadores profundamente escondidos.


P. Cuando uno reconoce en si a un amortiguador, ¿Puede hacer algo para liberarse de él?


R. Primero, debemos verlo; antes de verlo, nada puede hacerse. Y si puede hacer algo luego de haberlo visto, eso depende del tamaño del amortiguador y de muchas otras cosas. A veces es necesario tomar un martillo y romperlo; y a veces desaparece si se le arroja luz, pues los amortiguadores no gustan de la luz. Cuando los amortiguadores empiezan a desaparecer y se vuelven menos fuertes, la conciencia empieza a manifestarse. En la vida corriente, aquella es sujetada por los amortiguadores.



De modo que la conciencia debe ser despertada. Debemos aprender a entender la verdad emocionalmente en ciertos casos, y podemos haceresto sólo no teniendo miedo de enfrentar en nosotros las contradicciones. Tenemos en nosotros aparatos especiales que nos impiden ver estas contradicciones. Estos aparatos se llaman amortiguadores. Los amortiguadores son dispositivos especiales, o un crecimiento especial si lo desea, que nos impide ver la verdad sobre nosotros y sobre las cosas. Los amortiguadores nos dividen en una suerte de compartimientos a prueba de pensamientos. Podemos tener muchos deseos, intenciones y objetivos contradictorios, y no vemos que son contradictorios porque los amortiguadores están entre ellos y nos impiden mirar de un compartimiento al otro. Cuando usted está en un compartimiento, piensa que éste es todo, luego pasa al otro compartimiento y piensa que éste es todo.


Estos aparatos se llaman amortiguadores porque, como en un vagón ferroviario, disminuyen los choques. Pero en relación con la máquina humana son más todavía: hacen imposible ver, de modo que también son anteojeras. Las personas con amortiguadores realmente fuertes nunca ven; pero Si vieran cuan contradictorias son, serían incapaces de moverse, porque no confiarían en sí mismas. He aquí porqué los amortiguadores son necesarios en la vida mecánica. Tales casos extremos significan desarrollo equivocado, pero incluso en las personas corrientes, en una u otra línea hay siempre amortiguadores profundamente escondidos.


P. Cuando uno reconoce en sí a un amortiguador, ¿puede hacer algo para librarse de él?


R. Primero, debemos verlo; antes de verlo, nada puede hacerse. Y si puede hacer algo luego de haberlo visto, eso depende del tamaño del amortiguador y de muchas otras cosas. A veces es necesario tomar un martillo y romperlo; y a veces desaparece si le arroja luz, pues los amortiguadores no gustan de la luz. Cuando los amortiguadores empiezan a desaparecer y se vuelven menos fuertes, la conciencia empieza a manifestarse. En la vida corriente, aquélla es sujetada por los amortiguadores.


P. ¿Podría explicar un poco más qué quiere decir con amortiguadores?


R. Los amortiguadores son muy difíciles de describir o definir. Como dije. son una suerte de particiones en nosotros que nos impiden observarnos. Usted puede tener actitudes emocionales diferentes (ellas se refieren siempre a las actitudes emocionales) hacia la misma cosa por la mañana, al mediodía y por la noche, sin advertirlo. O en cierto conjunto de circunstancias, usted tiene una clase de opiniones, y en otras circunstancias otra clase de opiniones, y los amortiguadores son paredes que están entre ellas. Por lo general, cada amortiguador se basa en alguna clase de presunción equivocada acerca de uno mismo, acerca de las propias capacidades, de los propios poderes, inclinaciones, conocimiento, ser, consciencia, etc. Difieren de las ideas equivocadas corrientes porque son permanentes; en circunstancias dadas uno siempre siente y ve la misma cosa; y usted deberá entender que en el hombre nº 1, nº 2 y nº 3 nada debe ser permanente. La única posibilidad que tiene de cambiar es que en él no hay nada permanente. Las opiniones, los prejuicios, las ideas preconcebidas no son amortiguadores todavía, pero cuando se tornan muy firmes, y siempre los mismos, y siempre tienen la misma artimaña de ocultar las cosas de nuestra vista, se convierten en amortiguadores. Si las personas tienen alguna clase de actitud equivocada constante, basada en información equivocada, trabajo equivocado de los centros,emoción negativa, si siempre usan la misma clase de excusa, preparan los amortiguadores. Y cuando un amortiguador se establece y torna permanente, detiene todo progreso posible. Si los amortiguadores continúan desarrollándose, se convierten en ideas fijas, y eso ya es locura, o el comienzo de la locura. Los amortiguadores pueden ser muy diferentes. Por ejemplo, conocí a un hombre que tenía un amortiguador interesantísimo. Cada vez que hacía algo equivocado, decía que lo hacía adrede, como un experimento. Este es muy buen ejemplo de un amortiguador. Otro hombre tenía un amortiguador de que nunca llegaba tarde; de modo que, con este amortiguador, firmemente establecido, siempre llegaba tarde pero nunca lo advertía, y si se le llamaba la atención,siempre se asombraba y decía: "¿Cómo puedo haber llegado tarde? ¡Nunca llego tarde!"


P. Cuando un amortiguador descendió, y se ve algo que parece intolerable, ¿cuál es el próximo paso?


R. Todo el trabajo es preparación para eso. Si uno no trabaja pero sólo piensa que trabaja y un amortiguador desaparece repentinamente por algún accidente, uno se encuentra en una situación muy desagradable, y también ve que sólo pretendió trabajar. Los amortiguadores nos ayudan a pretender en vez de trabajar realmente. He aquí por qué las personas en el estado corriente no pueden tener Conciencia, porque si la conciencia sobreviniera de repente, se volverían locas. Los amortiguadores son útiles a este respecto; ayudan a mantenernos despiertos; pues si los otros lados no están desarrollados, si todo no se pone en cierto equilibrio uno no podría soportarse como es. De modo que ni siquiera es aconsejable destruir los amortiguadores antes que uno esté preparado. Uno primero debe estar preparado. Sólo nos podemos soportar porque no nos conocemos. Si nos conociéramos como somos, eso seria insoportable. P. Empero, uno se ve intelectualmente sin sentir fuertemente.


R. Esta es una pregunta teórica. Uno cesa de ser desarmonioso cuando cesa de ser lo que es ahora. Como uno es ahora, es desarmonioso; luego, consciente de la propia desarmonía;después, nuevamente desarmonioso; otra vez,consciente de esto; y así sucesivamente.


P. ¿De modo que uno jamás puede ser feliz?


R. La felicidad significa equilibrio, y el equilibrio es imposible en nuestro estado, tomando al equilibrio en el sentido de armoniosidad. Siempre estamos equilibrados de cierto modo, pero de un modo equivocado. Si fuéramos armoniosos en nuestro estado actual, no tendríamos razón para cambiar; de modo que la natu raleza dispuso muy bien que no podamos ser armoniosos tales como somos, a fin de que no seamos felices en este estado. La felicidad es armonía entre las circunstancias externas y las manifestaciones internas , y para nosotros eso es imposible, si por felicidad entendemos la armonía.


P. El trabajo parece hacerlo más infeliz a uno.


R. El estudio del sistema, la adquisición de más control, no puede hacer a uno más infeliz. En esto no hay abnegación. Lo que uno tiene que perder es la imaginación. Algo que es real no es obstáculo para despertar. Las cosas imaginarias son las que nos mantienen dormidos, y a lasque tenemos que renunciar.


P. ¿Los amortiguadores se deben a la educación y al medio?


R. A muchas cosas; pero los mejores amortigua dores son creados por la educación de sí.


P. ¿El sistema nos enseña a librarnos de los amortiguadores?


R. Sí, el sistema nos enseña primero a hallarlos. Luego, habiéndolos hallado, usted puede encontrar métodos para librarse de ellos. Nopodrá empezar a trabajar sobre ellos antes de conocerlos.


P. ¿Cómo puede uno encontrar los amortiguadores?


R. Uno no podrá hallarlos a no ser que se observe del modo correcto. Usted debe buscar las contradicciones.


P. ¿Deberán encontrarse los propios amortiguadores o deberán mostrárnoslos? R. En cualquier caso, a usted no podrán mostrárselos hasta que haya hecho todo lo que pueda por sí mismo. De otro modo, las personas jamás creen eso; dicen: "¡Cualquier cosa menos eso!".


P. ¿Decirse a uno mismo "Lo haré mañana" es un amortiguador?


R. No es un amortiguador, sino un método muy bueno de dejar que los amortiguadores marchen bien.


P. Usted dijo que uno debe buscar las incoherencias. Veo muchas de éstas, ¿pero se las anoto a los diferentes "yoes"?


R. Sí, eso está muy bien. Pero cuando estamos en una de estas incoherencias, por lo general estamos identificados con uno de estos criterios y no podemos ver al otro. Cuando usted no está en uno ni en el otro, cuando está a un costado, puede decir: "A veces miro esto de este modo, y a veces de ese modo", pero cuando usted está identificado no puede hacer eso. Deberá tratar de romper esta identificación.


P. ¿Un amortiguador es querer y no querer al mismo tiempo?


R. Eso no es un amortiguador. Un amortiguador toma a menudo la forma de una fuerte convicción.

El Maestro Gurdjieff

El Maestro Gurdjieff



El hombre es buscador de nacimiento. El no lo sabe, pero sí lo es. Y la presencia del Maestro evoca en él la búsqueda y la vivifica.

La experiencia misma estaba más allá de toda interpretación ordinaria. Algo se ofrecía a nuestro entendimiento, pero era como despertar en medio de un fenómeno que no podía compararse con los fenómenos habituales, y sentirse como integrado en él, libre de toda preocupación por explicar o describir, era más bien vivir la experiencia como el Maestro nos hacia sentir que la vivía él.

A veces había como… iba a decir una complicidad, una inteligencia evidente entre él y nosotros; estábamos juntos, implicados en la experiencia, por un rato, y eso era lo que al fin predominaba.

Pero luego quedaba algo que era la prueba de lo que se había vivido con él, y dejaba muy atrás toda las explicaciones que se pudieran dar.

Había que tratar de revivificar esa experiencia, de revivirla con todo lo que llevaba consigo de falsa satisfacción, y de inútil desaliento. Pero aquí y ahora ¿cómo volver a encontrar esa intensidad?

Eso es lo que sin cesar se propone, y es evidente que después de tantas tentativas infructuosas, algo persiste, invitándonos a probar y probar, una y otra vez, sin hacernos ilusiones… y sin esperar a toda costa un resultado.

Pero intentar de veras conservar esa disposición, intentar mantenerse en estado de receptividad, eso es lo que podemos sentir de un trabajo que se hace en nosotros, a condición de no pretender dirigirlo. No somos dueños de ello. No soy yo el Amo, y sin embargo reconozco que se me ofrece a mí…

Lo que acaso corresponda a una afirmación de mí mismo más justa, es esta visión. Intentar, intentar la experiencia, sin pretender dominarla, pero así y todo, intentarla. Cultivar esa disposición a vivir la experiencia, entrar en la experiencia y mantenerme en ella.

Gurdjieff insistía en que no debemos hacer nada sin tratar de comprender lo que estamos haciendo. El hombre debe experimentar por sí mismo la verdad de lo que se le enseña.

En los Relatos de Belcebú se nos convida desde el principio a despertarnos a esa nueva comprensión. Los Relatos no empiezan de improviso. Les precede una introducción que se titula “El Despertar del pensar”, y a lo largo de los capítulos se dedican páginas enteras a una Enseñanza cuyas verdaderas perspectivas aparecerán en las “Conclusiones del autor”.

Después de más de cincuenta años de morir el Maestro, hay una enorme diferencia entre lo que eran los grupos en la época de Gurdjieff y lo que pueden representar hoy.

El tenía en cuenta, evidentemente, la diversidad de nuestras interpretaciones de lo que él sugería… y se ingeniaba para utilizarlas conscientemente.

Ahora, por supuesto, ya no es lo mismo que cuando aquello era vivido y dirigido por el Maestro. Pero, por muy inevitables que sean las desviaciones, para nosotros hay algo que da fe de que su influencia sobrevive

¿Cómo mantenerse abierto?

Se nos pregunta hasta qué punto la intimidad del trabajo sobre sí mismo puede prestarse a ser confiada al público. Sobre eso existe un malentendido harto evidente que puede adoptar muy diversas formas. Pero a lo que soy más sensible es a la relación con nuestro Maestro, y la manera que tenía de poner a prueba nuestra capacidad de comprender.

En una forma u otra, esto pone en tela de juicio las tareas que me han propuesto y que he procurado cumplir durante muchos años.

He venido a llegar al cuestionamiento de la concepción del Trabajo, y de ello se pueden encontrar ecos en algunos textos, sea en entrevista o en escritos que he tratado de elaborar.

Hay un malentendido, muy a menudo, en cuanto se trata de un trabajo que hacer. Es una especie de movilización, de una responsabilidad que uno asume, de un “trabajo” que tengo que hacer. Quiero movilizarme, de distintas maneras, para poder hacerlo, puesto que es lo que se me propone.

Y a partir de ahí, ¡cuántos testimonios cuando un grupo se reúne, cuánto derivar, y después, cuántos comentarios sobre el trabajo!

Y en medio de todo eso, parece que algo queda descuidado, ignorado. Y es que el verdadero Trabajo, no lo hacemos nosotros. Se hace en nosotros. Y esto, naturalmente, con la ayuda del Maestro, pero trasciende incluso la ayuda del Maestro. Algo se trabaja en nosotros, que obedece a imperativos totalmente diferentes de aquellos a los que solemos plegarnos.

En todo caso, algo responde mejor a la verdadera demanda, y consiste en sentirse “en trabajo”, como una madre… Estar “en trabajo”, sentirse “trabajado” y estar más precavido ante lo que puede poner eso en peligro. Lo cual evidencia más aún que esa especie de intervención, de desvío, siempre es posible…

Entonces, por supuesto, aparece el otro obstáculo, que es una suerte de pasividad, de espera. “Sí, voy a ser trabajado. Sí, bueno, muy bien… Vamos a esperar y ya veremos.” Y en seguida surge otro desvío, otra forma de comodidad.

Pero si se vuelve a lo que se ha reconocido como esencial, entonces se mantiene una interrogación casi permanentemente. “¿Estoy verdaderamente dispuesto para el trabajo que se hace en mí?” Me voy volviendo más sensible a lo que interfiere, a lo que prácticamente inutiliza la operación, así como a ciertas actitudes que voy desarrollando a favor de ese llamado “trabajo”, y así sucesivamente…

Esa pregunta de estar dispuesto para el trabajo es el resultado de un proceso, pero no el comienzo de la búsqueda, tal como lo entendemos. Todos estos desvíos podrían ser de orden preparatorio.

Se podría, entre paréntesis, ver como corresponde un cuestionamiento así con lo que sucede al ir descubriendo un oficio: el joven aprendiz está ahí, con su ansia de empezar a actuar, y va notando lo que se hace, lo que el patrón puede hacer, lo que el maestro de taller procura mostrarle, y de ese modo se expone a comprometerlo todo, intentando conducirse según lo que le parece comprender. Muy a menudo hay una fase intermedia. Fracasada esa primera tentativa, o bien comienza una espera indefinida que puede durar hasta el final, o bien una búsqueda nueva, totalmente distinta, como para ponerse a prueba abriéndose a la posibilidad de comprender mejor las condiciones mismas de un crecimiento, de una capacitación. Abundan los testimonios de esa índole en los escritos de los Compañeros del Deber.

Es como si este trabajo fuera como una preparación para asimilar cierto tipo de alimento. No se pueden asimilar desde el principio todos los componentes de ese alimento. Se necesita afinar la sensibilidad.

Eso tiene una resonancia en el recuerdo de esos años de participación en el trabajo. Es indudablemente una de las formas del trabajo que se hace en nosotros, cuando no lo esquivamos, sino que seguimos abiertos a lo que todavía no ha sido verdaderamente percibido. Se presiente que aún así, está presente en potencia.

En la mirada del señor Gurdjieff y en la atención con la que seguía nuestras tentativas de comprensión, algo nos estaba midiendo constantemente; “¿Estará preparado o no? ¿Le ofrezco algo o lo dejamos para más tarde?” Y en determinados momentos se arriesgaba.

¡Qué mirada iba poniendo en unos o en otros!... ¡Ah! Sabía que algunos comprenderían y otros no. Lo tenía en cuenta y se arriesgaba a cada momento. Eran riesgos “conscientes”. ¿De qué manera lo vivieron unos y otros?

A veces, cuando uno escribe o contesta a preguntas acerca de la enseñanza del señor Gurdjieff, tiene que vivir una especie de resonancia, aunque muy lejana, de las situaciones en las que él se encontraba; y muchas veces decía cosas por el estilo de “Sé que no debería decírselo, pero…” Y a aquello nos aferrábamos de nuevo, más aún. Y para algunos era origen de despropósitos enormes, y otras veces era como un nuevo nacimiento, nacer de nuevo al trabajo. Como en la parábola del Sembrador había terrenos de todas clases.

En los Relatos de Belcebú hay muchas referencias al “proceso de destrucción mutua”. Todos los Mensajeros de lo Alto han intentado hacer comprender al hombre que el Cielo reclama un sacrificio.

Esto me hace pensar forzosamente en el “Esfuerzo Consciente” y el “Sufrimiento Intencional”. Hablar o escribir sobre esto probablemente no sirva para nada; tal vez haga falta pasar una vida entera junto a otros compañeros de incomprensión, de malentendidos.

Otra alusión que hay que retener: la noción de “Purgatorio”. Es una cosa que casi siempre se entiende mal: El Purgatorio… ¡Qué maldición! ¡Qué condenación!” Es el prefacio al Infierno. Y pocos son los que descubren en él el inicio de una verdadera transformación. Es evidente que los últimos capítulos de Belcebú arrojan cierta luz sobre todo esto. Pero es curioso: han de transcurrir años después de la primera lectura de Belcebú, para que esos últimos capítulos muestren las perspectivas que van a hallar un eco en el lector.

La cuestión no deja de ser “el recuerdo de sí”. Se presiente como el gran misterio, y a la vez como la respuesta real, definitiva. Pero en seguida se empieza a perder el rumbo. Hay “llamada” y respuesta a la llamada. Si la llamada ha resonado de veras, la respuesta no puede menos que venir. Y luego sigue la ejecución, que traduce en forma de comportamiento lo que ha sido el impulso suscitado por la llamada.

La primera respuesta suena como un acorde justo, en cierto sentido.

Y en seguida vuelve la incertidumbre. Una de sus formas más flagrantes consiste en asumir responsabilidades en falso, como quien se atribuye la capacidad de responder, y en seguida exige que los demás hagan lo mismo.

Y por otro lado está “el buscador de la verdad”, el que mantiene vivo el cuestionamiento, el que procura elegir y reconocer lo que suena ajustado en las respuestas que recibe, y en las que le ofrece tal cual tradición, y las experimenta, prueba a experimentarlas; el que decide: “No. todavía no es esto, se trata de otra cosa”, y sigue buscando y buscando.

Lo que el señor Gurdjieff nos revela de su vida de buscador es un perpetuo cuestionarse y volverse a cuestionar, no sólo al principio, sino hasta el fin.

Y a la vez el reconocimiento de una respuesta percibida de cierta manera en un momento dado y de otra manera en otro momento, pero en eso también hay una continuidad.

La respuesta se da desde el comienzo y es recibida en una forma u otra, o en una tercera… o décima. .. que se contradicen más o menos entre sí. Es de otra dimensión que lo que percibe habitualmente.

Habría que hacer sitio a las diferentes etapas en el camino del buscador de la verdad. Puede ocupar un lugar cierta identificación con el cuidado de ceñirse verdaderamente a lo que ha sido propuesto, tal como se ha comprendido.

A falta de esto, se corre perpetuamente el riesgo de derivar.

Hay quien dice, así, de paso: “¡Ah, eso es interesante! Pero también hay otras cosas, esto, y esto otro”. Y así puede permanecer indefinidamente. Cuando hay de veras la tentativa seria de una experiencia que corresponde a lo que se ha recibido, tampoco es un fin en sí, tiene que seguir abierto a nuevas interrogaciones que permitan ir más lejos, acercarse a lo que se ha sentido desde el principio, pero que se debe sentir de manera cada vez más acorde, según se va desarrollando la experiencia.

Mantenerse abierto, eso es lo importante. No abierto a cualquier cosa, sino abierto a lo que se ha captado como una orientación, una dirección. Eso es lo que nos revela la Tercera Serie de los escritos del señor Gurdjieff, más allá de todas las posibles cavilaciones del lector.

El Cuarto Camino del que habla el señor Gurdjieff no se puede aprehender como funcionalmente definido. ¿No iremos a extraviarnos por un camino errado aludiendo a lo que se puede observar al final de este siglo, en el que han venido a ser posibles comunicaciones e intercambios entre representantes de los grandes caminos espirituales?

En el desorden general, este riesgo de confusión tiene su contrapartida en lo que se puede percibir como sumamente justo en las reflexiones y los comportamientos de ciertos representantes de las grandes corrientes espirituales. Entonces ¡ojo a un nuevo peligro! “Desde luego, a partir de ahí, reuniendo todo eso, vamos a encontrar al fin un camino coherente que se podrá proponer a todos…” Lo cual es una manera de poner en peligro, si no de pervertir, lo que tienen de específico los verdaderos buscadores de la verdad.

El hombre siempre desea una respuesta, pero la verdadera respuesta es volver a la pregunta. Cuando alguien decía: “Señor Gurdjieff, usted ha dicho tal cosa, yo he probado a…” en pocos segundos se lo echaba por tierra. Otras veces el comienzo de la respuesta contenía todavía tantas preguntas, que otra vez estaba todo en cuestionamiento, había que continuar, a veces alentado por él. Pero estamos muy lejos del esquema “Pregunta – Respuesta” indudablemente.

Esto nos lleva a un nuevo enigma, y podría llevarnos también a un modo de respuesta demasiado fácil. Lo que acaso pueda ayudarnos más es la recomendación de estar precavido contra toda conclusión.

Podríamos decir entonces, de manera enteramente práctica, que la enseñanza del señor Gurdjieff iba en esa dirección. También podríamos recoger ejemplos, rememorando sus respuestas a algunos de nosotros: “Muy bien, eso es, muy bien. Ha comprendido muy bien, siga, etc…” Y era un nuevo riesgo el que se presentaba, porque, naturalmente, se desdecía en cualquier momento: “Usted no ha comprendido nada…”

Esta enseñanza, tal como fue propuesta y vivida, consistía, más que nada, en mantener la interrogación.

Una de las cosas que más me llaman la atención en la manera que tenía el señor Gurdjieff de despertar un estado de cuestionamiento, son las afirmaciones perentorias, como por ejemplo: “La verdad no se puede transmitir más que en forma de mentira.”

“¡Los buscadores de mentiras!” Motivo de asombro y de rechazo por parte de los recién llegados.

Cuando le hacían una pregunta, después de echar una mirada, decía: “¿Yo he dicho eso? ¡Nada de eso!”, cuando era exactamente lo que había dicho unos días antes. Su manera de escrutar las reacciones de unos y otros; tanto de los que reaccionaban fuertemente en contra, como de los que en seguida decían a todo que sí y admitían inmediatamente los cambios de perspectiva…

Él sí que no tenía el más mínimo temor a contradecirse.

Al parecer, también se cuidaba mucho de otra cosa que esas contradicciones, puesto que daba a un principiante la impresión de una coherencia increíble. En esa coherencia, que no es la de la lógica, se sospecha que hay un secreto. Que se abre, entre otras cosas, a un descubrimiento entre las compatibilidades y las incompatibilidades entre “ser” y “hacer”. Descubrimiento en el que, primero, se siente como un callejón sin salida; en seguida se ve lo que comienza a tener vida en ese algo que no contrapone “ser” y “hacer”, y permite sentir lo que ha pasado dentro de él en ciertos momentos en que “ser” y “hacer” parecían estar en contradicción absoluta, y en cambio algo estaba allí llamando por un lado o por el otro, dejando entrever una posibilidad de reconciliación n de aquella oposición que a primera vista parecía total.

Algunas reflexiones de la peculiaridad de esta enseñanza

Si "peculiaridad" significa "Eso que es único", en la enseñanza de Gurdjieff, la eliminaremos rápidamente. Esta formulación no es en absoluto, como se podría temer, una afirmación tendenciosa y excluyente. Aquello que hay de único en un camino de búsqueda espiritual, es simplemente la forma del enfoque y la percepción de la realidad. Esto es justamente lo que está permitido vislumbrar en esta enseñanza, más allá de las formas, experiencia y búsquedas, que sugiere.

Esta facultad de orientación que tiende a nacer en nosotros, es tal vez una de sus vocaciones más evidentes. Es también la necesidad primaria, considerando su posición natural respecto a las grandes estructuras tradicionales que la vuelven al mismo tiempo solidaria con todas, e inconciliable con algunas de ellas. En relación a esto me siento más cercano a eso que le es "peculiar", en la misma medida en la cual me siento con ganas de colocarme interiormente en relación a lo que se me ofrece desde el exterior.

Debidamente cultivado, este olfato espiritual debe permitirnos con el tiempo reconocer el grado de autenticidad de la formas de experiencia que se proponen a nuestra búsqueda.

Suponemos que esta forma se nos revele como portadora de una verdad, de naturaleza similar a la que se nos dio a conocer bajo la influencia directa de Gurdjieff. Esta relación no dejará de captar lo mejor de nuestra atención y nuestro interés, incitándonos seguir su estudio. Pero esto no nos autorizara en lo absoluto a sacar conclusiones a favor de una identidad o de una afiliación y mucho menos jugar con el rol de aprendices de brujos.

Y, en caso contrario si esta forma nos parece absurda, peligrosa o ilusoria, será una valiosa ayuda para una mejor toma de consciencia, lo que es esencial para preservar y evitar el riesgo de graves errores y falsificaciones en los que incurrimos nosotros mismos, sin una pauta en nuestras interpretaciones.

Advertidos del peligro y de frente a la infinidad de aspectos bajo los cuales se aparece lo que hay de "único" en esta enseñanza, tendremos que buscar la garantía de una orientación justa y naturalmente es en su mismo origen que iremos a buscarla.

La enseñanza de Gurdjieff tiene su origen en lo que él llama: “El Cuarto Camino”.

Es necesario aclarar que una escuela del Cuarto Camino no tiene una forma definitiva, lo que significa que no tiene dogma, ni rito, en el sentido tradicional.

Estas Escuelas desaparecen incesantemente, e incesantemente deben ser encontrados y reencontrados.

No impone ninguna renuncia previa, pero requiere, en el marco de una vida ordinaria, un conjunto de condiciones apropiadas, enfocadas en el verdadero trabajo sobre sí mismos.

Se abre una perspectiva de trasformación profunda del ser a través del despertar y la consciencia de sí.

Implica para el hombre una búsqueda sincera de la verdad, la realización de su propia “nulidad”, el recurrir al esfuerzo -al súper esfuerzo– en vista del desarrollo de su poder de consciencia. Le permite también el descubrimiento y realización de algunas potencialidades escondidas, a través de la activación simultánea y conjunta de sus capacidades intelectuales, emocionales y físicas, como resultado de una concentración voluntaria en la lucha, donde él es el campo de batalla entre sus tendencias positivas y negativas…

Esta lucha perpetua se verifica, en todo buscador, según el principio de relatividad que gobierna las relaciones de diferentes niveles de energía del hombre y del universo.

Pero entre estas líneas de fuerza del Cuarto Camino, lo que se afirma como primera instancia como absolutamente esencial de esta enseñanza, es que esta coloca delante del hombre, antes que nada la exigencia de una “comprensión” y que “el hombre no debe hacer nada sin entender”, y debe asegurarse por sí mismo de “la verdad que le es dicha”.

Esta exigencia primaria es una fuente de numerosas equivocaciones. Debemos regresar sin descanso al sentido que Gurdjieff da a esta necesidad imperiosa de una “Comprensión vivida” en la cual el “Ser” se desempeña internamente. Está lejos de la falsa exigencia del hombre ordinario, que se arroga el derecho de reducir cada verdad al sistema de explicación que gobierna los movimientos de su pensamiento asociativo.

Además, el acento está en el “hombre” en su búsqueda individual de la consciencia y sobre “El Trabajo” que es necesario hacer para conocerse, para transformarse y realizarse completamente.

Aquellos que cuidan las tradiciones se apuran a denunciar una tendencia al humanismo generador de las más nefastas desviaciones.

Al olvidar con frecuencia sus perspectivas cósmicas y metafísicas se arriesga reducir “El Trabajo” a una especie de búsqueda psicológica sin relevos, mientras en otros estimula los impulsos latentes pseudo-místicos y sin contenidos reales.

Un lugar importante está entonces reservado por Gurdjieff a la meditación profunda y al silencio, como regreso a la fuente misma de cada conocimiento. Se trata seguramente de una práctica espiritual en la cual la visión teórica indispensable no está arbitrariamente separada de un contacto vivificante con la experiencia en curso, como ella viene vivida y experimentada.

El esquema que se manifiesta muy a menudo de una "búsqueda individual" demuestran la urgencia de una tarea imperiosa: “asimilar” lo esencial de las ideas, con la finalidad de no desnaturalizarlas y de comprender cuanto antes la finalidad del maestro, principio de equilibrio sin el cual “El Trabajo” no podría existir.

Esfuerzo de comprensión y verificación de las ideas, eso es lo que aparece con claridad en esta enseñanza: El crecimiento del “Ser” requiere en efecto un conocimiento directo y un dominio gradual de los movimientos de nuestra energía, en sus diversos planos de manifestaciones.

Pero en definitiva lo que hay de único y de insustituible en la enseñanza de Gurdjieff, es Gurdjieff mismo.

Nada más evidente, ciertamente, para quien vivió esta experiencia cercana a él y se siente naturalmente, llamado a dar testimonio.

Algunos años después nos dejó para siempre.

Sin embargo... ¿cómo no sentir perpetuarse en nosotros su intima presencia, como una fuente permanente del recuerdo de sí?

¿Qué hay que permite en la influencia del maestro, de perpetuarse una vez que él desaparece?

No es tanto una "ortodoxia" cuanto una forma de percepción heredada, con la que debería transparentarse cada cosa, al centro de las experiencias más intimas como al nivel de la existencia cotidiana.

Pero no tardamos en sentirnos desbordados por todas partes… y lo desconocido vuelve a prevalecer. Con el tiempo, estamos invitados a percibir este don como un enigma y como un desafío…

Eso es lo que no cesa de sugerirnos, bajo las más diversas formas en “Cuentos de Belcebú a su nieto”. Primero “La recomendación benévola”, un preámbulo para el lector, seguida del “Despertar del pensamiento” hasta las “Conclusiones del autor”.

La aventura continúa en profundidad. Esta conserva en nosotros la evidencia de una permanencia secreta: “La consciencia” que no cesa de ofrecerse a nosotros. Para acogerla, para tomar parte en ella, para conservarla y testimoniar, cuántos esfuerzos se han de intentar una y otra vez, cuántos “Súper esfuerzos”…

Esto es lo que Gurdjieff llama: “El Trabajo”.

Legado por: Henri Tracol

viernes, 5 de julio de 2013

Seis mil millones de almas.

En este momento hay seis mil cuatrocientos setenta millones, ochocientos dieciocho mil, seiscientos setenta y un habitantes en el mundo.Algunos huyen asustados. Otros vuelven a casa. Algunos cuentan mentiras para poder sobrevivir. Otros se enfrentan a la verdad. Algunos son hombres malos en guerra contra el bien. Y algunos son buenos, y luchan contra el mal. Seis mil millones de personas en el mundo. Seis mil millones de almas. Y a veces solo necesitas a una.

miércoles, 3 de julio de 2013

¿Buscamos la solución de nuestros problemas en un lugar donde nada se puede hacer?

Alguien vio a Nasrudin buscando algo en una plaza y le preguntaron que había perdido
-Mi llave, dijo Nasrudin
Poco después un hombre le preguntó si sabía aproximadamente dónde le había caído
-Nasrudin le contesta que le cayó en su casa
Entonces, ¿por qué la buscas aquí?
-Porque aquí hay más luz

¿Buscamos la solución de nuestros problemas en un lugar donde nada se puede hacer?

martes, 2 de julio de 2013

Descubrí lo que es bueno para mí.

Descubrí lo que es bueno para mí.
El pato y la gata

-¿Cómo es que usted se inició en la vida espiritual? –preguntó uno de los discípulos al maestro Sufi Shams Tabrizi.
-Mi madre decía que yo no estaba lo suficientemente loco como para internarme en un hospicio, ni era lo suficientemente santo para entrar en un monasterio –respondió Tabrizi.
–Entonces decidí dedicarme al sufismo, donde aprendemos a través de la meditación libre.
-¿Y cómo le explicó eso a su madre?
-Con la siguiente fábula: alguien le acercó un patito a una gata para que la gata lo tomara a su cargo. Este seguía a su madre adoptiva por todas partes, hasta que un día, ambos llegaron frente a un lago. Inmediatamente el patito entró en el agua, mientras que la gata, desde la orilla, gritaba: “¡Sal de ahí! ¡Te vas a morir ahogado!” Y el patito respondió: “No, madre, descubrí lo que es bueno para mí, y esto es que estoy en mi ambiente. Voy a continuar aquí, aunque tú no sepas lo que significa un lago.”