Centro de Psicología y Terapias Alternativas de Tomares y Sevilla.

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sábado, 9 de septiembre de 2017

Cuento sufi: La tarta de albaricoque

LA MUERTE ESPIRITUAL René Daumal:


Hablando de Gurdjieff, René Daumal, escribía a un amigo en 1936: “He buscado durante mucho tiempo este método no verbal de conocimiento activo de si. Al fin he encontrado a alguien, con
quien trabajo, que ha dedicado toda su vida a este problema y puede ayudar a otros a buscar la solución. Se trabaja de un trabajo con su cuerpo, sus instintos, sus sentimientos, su inteligencia, en el que el hombre se experimenta y se realiza: las palabras sólo llegan después de la experiencia”. (Fragmento de una nota de Vera Daumal, Neuvelle Révue Française, octubre de
1964).
Tú siempre te has equivocado. Como yo, como todo hombre, te has dejado deslizar sobre pendientes fáciles y vanas. Tu espíritu no ha viajado sino en sueños hacia la verdad; tus más bellas teorías se desvanecen ante el muro de las apariencias. Este velo de formas coloreadas, de sonidos, de diversas
cualidades sensibles, tan fácilmente declarado ilusorio, es sólido sin embargo. Es de allí de donde has partido; pero tomaste una puerta falsa. O más bien, has creído partir; te has dormido en el umbral y has soñado tus creencias sobre el mundo y sobre el espíritu.
Hoy yo te espero en el umbral. Intentaremos nuestros primeros pasos juntos. Ante todo te pido que mires lo que te rodea, en este momento, con la mayor simplicidad. Ve lo que se te presenta. Sobre todo, no empieces a cuestionar la realidad de este mundo: ¿en nombre de qué la juzgarías? ¿Sabes acaso lo que es la
realidad absoluta? Quienquiera que emprenda un viaje debe partir del lugar donde se encuentra; no debe creer que el viaje ya ha sido realizado por tener en sus manos un itinerario preciso y detallado; la línea que ha trazado sobre un mapa sólo tiene sentido si él puede fijar el punto donde él está actualmente. Tú,
también, búscate. Es decir: despierta, encuéntrate: el lugar donde te encuentras es el estado actual de tu conciencia, tomada con la totalidad de su contenido; es de allí de donde debes partir. Y toda nuestra especulación nunca será más que el itinerario de un viaje posible.

Capítulo 47. EL INEVITABLE RESULTADO DE LA MENTACIÓN IMPARCIAL.


Belcebú se dispuso a agregar algo, pero precisamente en ese instante todo se iluminó de pronto con «algo azul pálido». Desde ese momento, la caída de la nave Karnak comenzó a disminuir perceptiblemente en velocidad. Todo ello significaba que una de las grandes Egolinoptias Cósmicas se disponía a colocarse al costado de la nave espacial Karnak.
Y efectivamente, a través de las partes exteriores transparentes de la nave Karnak, pronto se hizo visible la fuente de ese «algo azul pálido» que iluminaba no sólo la totalidad del interior de la nave Karnak, sino también todo el espacio del Universo que rodeaba a la enorme Egolionoptia cósmica hasta donde la vista ordinaria de los seres podían alcanzar. En el Universo hay sólo cuatro de esas grandes Egolionoptias, y cada una de ellas se encuentra bajo la jurisdicción de uno de los cuatro Sustentadores de Todos los Cuartos del Universo.
Una apresurada y ansiosa conmoción se produjo entre todos los seres que se encontraban a bordo y, al poco tiempo, todos los pasajeros y la tripulación se reunieron en el salón principal, situado en el centro de la nave. Cada uno de ellos llevaba una rama de mirto en una mano y un Devd'el Kascho en la otra. Cuando la gran Egolionoptia cósmica se colocó al costado de la nave Karnak, ciertas partes de esta última se apartaron de una forma especial y de la Egolionoptia pasó al salón principal de la nave una procesión compuesta por varios arcángeles y una multitud de ángeles, querubines y serafines, que también llevaban ramas en las manos, pero de palmeras.
A la cabeza de la procesión, avanzaba un venerable arcángel, e inmediatamente detrás de él, dos querubines marchaban solemnemente, llevando un cofre del que irradiaba algo, pero, en este caso, anaranjado. Al frente de todos los que ocupaban el salón principal de la nave Karnak, se encontraba Belcebú y detrás de él, se alineaban sus parientes y el capitán de la nave, mientras los demás se mantenían detrás de ellos, a respetuosa distancia. Cuando la procesión procedente de la Egolionoptia se aproximó a los seres de la naturaleza de Belcebú que estaban reunidos a la expectativa, se detuvo y ambos grupos de seres tri-cerebrados de distintas naturalezas se unieron para entonar el «Himno a nuestra INFINITUD», que siempre cantan en tales ocasiones, en todos los rincones del Universo, los seres de todas las naturalezas y todas las formas de revestimiento exterior. Ese Himno contiene las siguientes palabras:
Tú, Paciente CREADOR De Todo Lo Que Respira, Tú, CAUSA AMANTE y Abundante De Todo Lo Que Existe, Tú, Único CONQUISTADOR Del Despiadado Heropass, Ahora Sólo Por Los Sonidos De Nuestra Glorificación Regocíjate Y Permanece En La Beatitud. Por Tus Trabajos Sin Precedentes Nos Has Dado El Comienzo De Nuestros Surgimientos, Por Tu Conquista De Heropass Hemos Obtenido La Posibilidad De Perfeccionamos Hasta El Sagrado Anklad Ahora Sólo Descansa, Como Mereces, Y Nosotros, En Gratitud, Mantendremos Todo Lo Que Tú Has Creado Y Siempre Y En Todas Las Cosas Te Exaltaremos Eternamente, A Tí, CREADOR HACEDOR Tú, El Principio De Todos Los Fines, Tú, Que Procedes De Lo Infinito, Tú, Que Posees En Ti Mismo El Fin De Todas las Cosas, Tú, Nuestra INFINITA INFINITUD.
Cuando hubieron entonado el Himno, el venerable arcángel se aproximó a Belcebú y proclamó solemnemente:
«Por decreto del Mantenedor de Todos los Cuartos, el Archiquerubín Peshtvogner, y llevando su propio báculo sagrado, aparecemos ante ti, Justa Reverencia, con el fin de devolverte, de acuerdo con el perdón acordado desde Lo Alto y por algunos de tus méritos, lo que perdiste durante tu exilio: tus cuernos.»
Después de esas palabras, el venerable arcángel se volvió hacia el cofre que llevaban los querubines y, con profunda reverencia, sacó de él con gran cuidado el báculo sagrado. Mientras tanto, todos los presentes se arrodillaron, mientras los ángeles y los querubines comenzaban a entonar cánticos sagrados apropiados para la ocasión. Tomando el báculo sagrado con la mano, el arcángel volvió a dirigirse a Belcebú y habló del siguiente modo a los seres de su propia naturaleza:
«Seres creados por nuestra misma INFINITUD UNIESERAL, Quién ha perdonado a este ser: Belcebú, una vez descarriado, quien, por la infinita gracia de nuestro CREADOR volverá a existir entre vosotros, seres como El mismo...» «Como la variedad y el grado de Razón de los seres de vuestra naturaleza se define y se manifiesta por los cuernos de vuestras cabezas, debemos, con el permiso de nuestro Mantenedor de Todos los Cuartos, y con vuestra ayuda, devolver los cuernos perdidos por Belcebú.» «Seres creados por nuestro ÚNICO PADRE COMÚN, vuestra ayuda consistirá en que cada uno de vosotros consienta en renunciar a ciertas partículas de vuestros propios cuernos para el merecido perdón de Belcebú.» «Por consiguiente, quien consienta y desee hacerlo, debe aproximarse al báculo sagrado y tocar el mango y, del tiempo que sostenga el mango del báculo sagrado, dependerá la cantidad de elementos activos que se transmitirán de sus propios cuernos para la formación de los cuernos correspondientes a este ser perdonado de vuestra naturaleza.»
Después de esas palabras, el venerable arcángel, sosteniendo el extremo principal del báculo, es decir, la bola, sobre Belcebú, que se había arrodillado, dirigió el mango hacia los que se encontraban allí reunidos de tal forma que, quien deseaba hacerlo, podía tocarlo. En cuanto el venerable arcángel acabó de hablar, estalló una tremenda conmoción entre los seres de la naturaleza de Belcebú, ya que cada uno deseaba acercarse más y ser el primero en tocar el báculo sagrado con sus manos tanto tiempo como fuera posible. No obstante, pronto se restableció el orden y entonces cada uno de ellos se aproximó por turno y sostuvo el mango tanto tiempo como se lo indicó el capitán de la nave, quien se había hecho cargo de dirigir la operación.

Durante la solemne y sagrada acción, los cuernos comenzaron poco a poco a crecer sobre la cabeza de Belcebú. Al principio, mientras se formaban los cuernos desnudos, sólo reinó una concentrada calma entre los que estaban reunidos. Pero, cuando los tridentes empezaron a aparecer sobre los cuernos, se manifestó en ellos un tenso interés y una extática atención. Este estado se produjo en ellos porque todos experimentaban el deseo de saber cuántos tridentes aparecerían en Belcebú, puesto que su número definiría el grado de Razón alcanzado por Belcebú según la medida sagrada de la Razón. Primero se formó uno, luego otro y luego un tercero, y, a medida que iban apareciendo los tridentes, un evidente estremecimiento de alegría y de no oculta satisfacción agitaba a todos los presentes.
Cuando comenzó a formarse el cuarto tridente, la tensión de los presentes llegó al máximo, ya que la formación del cuarto tridente sobre los cuernos significaba que la Razón de Belcebú había sido ya perfeccionada hasta el sagrado Ternoonaid y, por ende, que sólo debía alcanzar dos gradaciones antes de lograr el sagrado Anklad. Cuando esa insólita ceremonia se acercó a su fin y antes de que todos los que se encontraban reunidos hubieran tenido tiempo de recobrarse de su previa agitación gozosa, sobre los cuernos de Belcebú apareció súbita e inesperadamente un quinto tridente de forma especial que todos ellos conocían muy bien.
Ante ello, todos sin excepción, incluyendo al venerable arcángel, cayeron postrados ante Belcebú, quien se puso de pie y permaneció así, transfigurado por un majestuoso aspecto, debido a los verdaderamente majestuosos cuernos que habían surgido sobre su cabeza. Todos se postraron ante Belcebú porque el quinto tridente aparecido sobre sus cuernos indicaba que había alcanzado la Razón del sagrado Podkoolad, es decir, la última graduación antes de la Razón del sagrado Anidad.
La Razón del sagrado Anklad es lo más alto que un ser en general puede lograr, y corresponde al tercer grado con respecto a la Razón Absoluta de SU INFINITUD MISMA. Pero la Razón del sagrado Podkoolad, hasta la cual Belcebú se había perfeccionado, es también muy rara en el Universo, y de ahí que incluso el venerable arcángel se postrara ante Belcebú, ya que su propio grado de Razón correspondía tan sólo al del sagrado Degindad, es decir, a tres grados de la Razón del sagrado Anklad.
Cuando todos se pusieron de pie, el venerable arcángel, dirigiéndose ahora a todos los seres reunidos de diversas naturalezas, proclamó:
«Seres creados por Un CREADOR, hemos tenido el honor de ser los primeros en contemplar la formación final de la apariencia de eso que constituye el sueño de todos los presentes y de los seres en general de la totalidad de nuestro gran Megalocosmos.» «Y ahora exaltémonos y regocijémonos ante ese honor, que para nosotros constituya un aliciente vivificador que renueve nuestra habilidad para luchar contra nuestra propia fuente de negación, habilidad que es lo único que puede guiarnos al sagrado Podkoolad alcanzado por uno de los hijos de nuestro PADRE COMÚN, quien, aunque antes transgredió a causa de su juventud, no obstante pudo más tarde, gracias a sus trabajos conscientes y a sus sufrimientos voluntarios, merecer con su esencia ser uno de los pocos Individuos Sagrados de la totalidad de nuestro Gran Universo.»
Después de esa proclama, el arcángel y todos los seres sin excepción presentes en la nave espacial Karnak comenzaron a entonar el cántico sagrado prescrito titulado «Me Regocijo». Y cuando concluyeron de entonar ese último cántico sagrado, todos los ángeles y querubines, con el venerable arcángel a la cabeza, volvieron a la Egolionoptia cósmica, que se apartó de la nave Karnak y desapareció gradualmente en el espacio, ante lo cual los pasajeros y la tripulación empezaron a dispersarse hacia sus respectivos lugares y la nave Karnak reanudó su caída hacia su punto de destino.

Al concluir la Muy Grande Solemnidad Universal descrita, Belcebú, Su nieto y Su viejo sirviente Ahoon, profundamente conmovidos por ese inesperado acontecimiento como todos los otros pasajeros de la nave espacial Karnak, volvieron a la parte de la nave donde mantenían sus conversaciones referentes a los seres hombres que surgen y existen en la Tierra. Cuando Belcebú, con su reciente apariencia “transfigurada”, correspondiente a Sus méritos y visible para todos, ocupó Su lugar habitual, Ahoon, su viejo sirviente, que había permanecido a Su lado durante casi toda Su existencia, cayó de pronto postrado ante El y, con voz sinceramente suplicante, dijo:—
«¡Sagrado Podkoolad de nuestro Gran Megalocosmos! Ten piedad de mí y perdóname, a mí un infortunado ser tri-centrado ordinario, por mis irrespetuosas manifestaciones pasadas, voluntarias e involuntarias, hacia Tu Sagrada Esencia. Ten piedad y perdona a este ser tri-centrado que aunque ha existido durante mucho tiempo, no obstante, para su desgracia —sólo porque durante su edad preparatoria nadie lo ayudó a que cristalizaran en él los datos para la habilidad de materializar intensamente los deberes eserales de Partkdolg— ha sido hasta ahora tan ciego que no pudo percibir la realidad presente bajo un exterior con el que están revestidas, de acuerdo con el Trogoautoegócrata cósmico común, todas las unidades existentes, y las que surgen en el Megalocosmos, que deben poseer en su presencia ese «algo» sagrado que se denomina Razón».
Después de esas palabras, Ahoon permaneció como sumido en un sopor de silenciosa expectativa. Y Belcebú, también en silencio, lo contempló con una mirada que, aun percibida desde el exterior, estaba cargada de amor y de perdón, pero en la que también se sentía Su dolor Esencial y Su inevitable resignación.
Durante la escena previamente descrita, Hassein se mantuvo aparte, en la postura que en todos lugares se llama la «postura del famoso ermitaño universal» Harnatoolkpararana del planeta Kirmankshana. Y cuando, un poco más tarde, Belcebú recorrió el salón con la mirada y descubrió a Hassein en esa postura, se dirigió a él y dijo:
—¡Cómo, querido nieto! ¿Será posible que en tu presencia ocurra lo mismo que en la de nuestro viejo Ahoon?Ante la pregunta de Belcebú, Hassein, también con un tono inseguro desacostumbrado en él, respondió tímidamente:
—Casi... sí... Sagrado Podkoolad de nuestro Gran Megalocosmos. Pero con la diferencia de que, en este momento, el impulso de amor tanto por nuestro Ahoon como por los seres tri-cerebrados del planeta Tierra funciona ahora en mí aún con más fuerza. Este impulso de amor se ha fortalecido en mí evidentemente porque, según me parece, tanto Ahoon como los seres tri-cerebrados del planeta Tierra me han ayudado enormemente a volverme merecedor de presenciar la Gran Solemnidad de Aquel que es la causa de la causa de mi surgimiento y a Quien he llamado ahora mi querido abuelo y Quien se ha convertido visiblemente en uno de los sagrados Podkoolads de nuestro Gran Megalocosmos, ante Quien todos se inclinan y ante Quien tengo en este momento la dicha de estar.
—¡Bueno, bueno, bueno! —exclamó Belcebú, y habiendo dado a sus rasgos la expresión que solía adoptar durante su estancia en la Tierra, dijo: —En primer lugar, deseo destacar y expresar, en el lenguaje de Mullah Nassr Eddin, el pensamiento que surge por asociación con respecto a las extrañas palabras de Ahoon y a la postura que adoptó, también desacostumbrada en él. En un caso semejante, nuestro querido maestro diría: «No derrames lágrimas en vano, como el cocodrilo que trató de morder al pescador y su lugar se mordió la propia cola». Y ahora volved a los lugares habituales y conversemos un poco más. Aunque nuestra nave está entrando a las esferas de nuestro planeta Karatas, sin embargo, como ocurre habitualmente con las naves espaciales, con el fin de agotar el impulso que han adquirido, pasará bastante tiempo antes de que se detenga en su punto de destino.
Hassein y Ahoon se apresuraron a seguir la sugerencia de Belcebú, aunque por sus movimientos y por la translucidez de su psiquis interior, era evidente que se había producido un cambio notable en su actitud hacia la persona de Belcebú desde el Acontecimiento Universal Común previamente descrito. Cuando hubieron ocupado sus lugares, se sentaron, pero esta vez sin la libertad que habían mostrado antes. Entonces Belcebú, dirigiéndose a Hassein, dijo: —En primer lugar, querido nieto, te doy mi palabra de que, cuando volvamos a casa —a menos que lo impida algún suceso por causas externas independientes de nuestra Esencia— te hablaré de todo lo relativo a los seres tri-cerebrados que han despertado tu interés, con respecto a lo que prometí explicarte durante este viaje nuestro en la nave Karnak, pero que, por alguna razón o por otra, no pude hacerlo. Pero, mientras tanto, si tienes alguna pregunta que hacerme, hazla. Te prevengo, sin embargo, que no tenemos bastante tiempo para responderte de la forma que se ha hecho habitual en nuestras charlas durante todo este viaje; por consiguiente, trata de formular tu pregunta de tal modo que mi respuesta pueda ser breve. A propósito, por medio de semejante pregunta, podrás demostrarme una vez más hasta qué punto ha aumentado tu “mentación lógica” durante mis relatos concernientes al extraño psiquismo de los seres tri-centrados que surgen y existen en el planeta Tierra.
Ante la proposición de su abuelo, Hassein meditó profundamente durante un largo tiempo y, por fin, dijo exaltadamente lo que sigue:
—¡Sagrado Podkoolad y causa fundamental de la causa de mi surgimiento! Desde la solemnidad que acaba de tener lugar, cuando Tu Sagrada Esencia se revistió con un exterior visible correspondiente y cuando, en consecuencia, la totalidad de su significación, que no puede ser percibida ni comprendida por todos los seres tri-cerebrados, se volvió clara y hasta sensible para mí, así como para todas las otras unidades cósmicas, salvo Tú mismo, cada una de Tus palabras y cada uno de Tus consejos es ley para mí. Por lo tanto, debo tratar con toda mi presencia de seguir la sugerencia que me acabas de hacer y tratar de formular con la mayor brevedad posible mi pregunta. Sagrado Podkoolad y causa de la causa de mi surgimiento. Con el fin de que las convicciones formadas en mí durante este tiempo a causa de Tu explicación acerca de las anormalidades que se producen en la Tierra, puedan cristalizarse definitivamente en mí, deseo fervientemente conocer esta vez Tu opinión franca y personal acerca de lo siguiente:
—¿cómo responderías si, por ejemplo, nuestro INFINITO Y OMNIABARCANTE CREADOR MISMO, Te llamara ante ÉL y Te preguntara esto?: «¡Belcebú!»… Tú, como uno de los resultados anticipados y acelerados de todas Mis materializaciones, manifiesta brevemente la suma de tus prolongadas observaciones imparciales y de tus estudios de varios siglos del psiquismo de los seres encentrados que surgen en el planeta Tierra y expresa en palabras si existe aún algún medio para salvarlos y conducirlos al camino correcto.»
Cuando Hassein expresó su pregunta, se puso de pie, y en una actitud de reverencia, comenzó a mirar ansiosamente a Belcebú. También Ahoon se puso de pie. Belcebú, sonriendo cariñosamente ante la pregunta de Hassein, dijo primero que Él no estaba ya tan convencido de que sus relatos hubieran producido en Hassein los resultados deseados; y entonces, con tono serio, continuó diciendo que, si nuestro OMNIABARCANTE CREADOR UNIESERAL lo llamara ante Él y le preguntara eso. Él respondería… De improviso, también Belcebú se puso de pie, y extendiendo la mano derecha hacia delante y la izquierda hacia atrás, dirigió Su mirada hacia algún punto lejano, y pareció que estaba penetrando con Su vista en las mismas profundidades del espacio. Simultáneamente, «algo» amarillo claro comenzó a surgir lentamente alrededor de Belcebú y a envolverlo, y era imposible comprender o discernir de dónde provenía ese «algo» si de Belcebú mismo o si llegaba hasta Él desde el espacio, de fuentes exteriores a Él.
Al encontrarse en esas «materializaciones cósmicas», incomprensibles para todos los seres tri-cerebrados, Belcebú, en un tono muy alto, insólito en Él, entonó en forma muy penetrante las siguientes palabras:
«¡Tú, TODO y el TODO de mi TOTALIDAD!» «El único medio actual para salvar a los seres del planeta Tierra sería implantar nuevamente en sus presencias un nuevo órgano, un órgano como el Kundabuffer, pero esta vez con propiedades tales que cada uno de esos infortunados, durante el proceso de su existencia, pudiera percibir y conocer constantemente la inevitabilidad de su propia muerte, así como la de la muerte de todos los que sus ojos pueden contemplar.» «Sólo una sensación y un conocimiento de ese tipo pueden destruir ahora el egoísmo completamente cristalizado en ellos, que ha absorbido la totalidad de su Esencia, y también la tendencia a odiar a los demás que fluye de ese egoísmo, es decir, la tendencia que engendra todas esas relaciones mutuas que existen allí y constituyen la principal causa de todas sus anormalidades, impropias de seres tri-cerebrados y maléficas para ellos mismos y para la totalidad del Universo.»

LA MUERTE ESPIRITUAL


René Daumal 

Y el único acto inmediato que puedes cumplir es despertar, es tomar conciencia de ti mismo. Entonces,vuelve tu mirada sobre lo que crees haber hecho desde el comienzo de este día: quizás es la primera que te despiertas realmente; y es sólo en ese instante que tienes conciencia de todo lo que has hecho como un
autómata, sin pensamiento. En su mayoría, los hombres nunca despiertan siquiera hasta el punto de darse cuenta de haberse dormido. Ahora, acepta –si quieres- esta existencia de sonámbulo. Tú podrás comportarte en la vida como ocioso, como obrero, campesino, comerciante, diplomático, artista, filósofo,
sin despertar nunca, sino cada cierto tiempo; justo lo necesario para gozar o sufrir de la manera como duermes; sería incluso tal vez más cómodo –sin cambiar nada de tu apariencia- no despertar en absoluto.
Y como la realidad del espíritu es acto, no siendo nada la idea misma de “substancia pensante” cuando no es pensada en el presente, en ese sueño, ausencia de acto, privación de pensamiento, no hay nada: es realmente la muerte espiritual.
Pero si tú elegiste ser, has emprendido un camino muy duro, siempre en subida, y que reclama un esfuerzo a cada instante. Tú despiertas: e inmediatamente debes despertar otra vez. Despiertas de tu despertar: tu primer despertar aparece como un sueño a tu despertar profundo. Por esta marcha reflexiva la conciencia pasa perpetuamente al acto.
Mientras que los demás hombres, en su gran mayoría, no hacen más que despertar, dormir, despertar, dormir; subir un escalón de conciencia, para volver a bajarlo de inmediato, sin elevarse jamás por encima de esta línea zigzagueante. Tú te encuentras y te reencuentras lanzado en una trayectoria indefinida de
despertares siempre nuevos, y como nada vale sino para la conciencia que percibe, tu reflexión sobre este despertar perpetuo hacia la más alta conciencia posible constituirá la ciencia de las ciencias. Yo la llamo METAFÍSICA; pero, por ciencia de las ciencias que sea, no olvides que ella jamás será sino el itinerario
trazado por adelantado, y a grandes rasgos, de una progresión real. Si lo olvidas, si crees haber acabado de despertar porque has establecido por adelantado las condiciones de tu despertar perpetuo, en ese momento, otra vez te quedas, te quedas dormido en la muerte espiritual que te propongo llevar a cabo junto conmigo puede resumirse en dos palabras: permanecer
despierto. Ante todo te pedí despertar, constatar de qué tienes conciencia en este momento. Tienes conciencia de un cambio continuo. Además, has sentido, bajo una u otra forma, una necesidad de llegar a ser algo que no eres todavía; pero es posible que –comprendiéndome mal- declares que no sientes
nada semejante; aún entonces puedes experimentar que, si aceptas pasivamente las condiciones que se imponen a tu conciencia, duermes. Despertar no es un estado, sino un acto. Y los hombres están despiertos con mucha menor frecuencia que lo que sus palabras tienen la pretensión de hacerlo creer.

domingo, 26 de febrero de 2017

EL VERDADERO CONOCIMIENTO

DESDE UN PRINCIPIO, EL VERDADERO CONOCIMIENTO NO SE DIGIERE EN FORMA Y RAPIDEZ COMO SE QUISIERA. EL CONOCIMIENTO ES SEMBRADO CUAL SEMILLA Y ESTE GERMINARÁ SEGÚN LAS CONDICIONES Y SEGÚN EL NIVEL DE SER DE QUIEN LO RECIBE.